Ruth Ocumarez

Hoy, 8 de agosto, celebramos el Día Internacional del Gato, una fecha que parece haber nacido no solo para rendir homenaje a estos misteriosos y encantadores animales, sino también para recordarnos cuánto han cambiado nuestras vidas desde que decidimos —o mejor dicho, ellos decidieron— acompañarnos.

Porque, aunque digan que los humanos domesticaron al gato, la verdad es que fue el gato quien nos eligió, nos observó desde la distancia y, con el tiempo, decidió quedarse. Con sus pasos suaves y su mirada penetrante, el gato no vino a servirnos: vino a reinar.

En una época donde la vida va a mil por hora, el gato nos enseña otra cosa: a pausar. A tomar el sol en silencio, a disfrutar de un rincón tranquilo, a ser selectivos con nuestros afectos y, por qué no, a dormir como si nada nos perturbara. Los gatos viven con elegancia, con autonomía y con una sabiduría felina que muchos quisiéramos imitar.

Este día también sirve para hablar de responsabilidad. En todo el mundo, millones de gatos viven en situación de abandono. Son animales sensibles, inteligentes, que sufren y sienten como cualquier otro ser vivo. Si has tenido el privilegio de compartir tu vida con un gato, sabes que su cariño es real, aunque a veces no se exprese con saltos o lengüetazos, sino con un parpadeo lento o una siesta a tu lado.

Hoy celebramos a ese compañero de ojos brillantes, a ese espíritu libre que ronronea cuando algo va bien y se esconde cuando intuye que algo va mal. Celebramos al gato como símbolo de ternura, de resiliencia, de compañía silenciosa. Celebramos al gato como lo que es: un pequeño dios doméstico que hace del hogar su templo y de nosotros, sus fieles admiradores.

Y si todavía no tienes un gato, quizás hoy sea el día ideal para visitar un refugio y cambiarle la vida —y dejar que él también cambie la tuya.

Shares:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *