Santo Domingo.-Hoy, en el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, quiero hablar desde el corazón y desde un lugar que conozco demasiado bien. Estuve ahí, en ese abismo silencioso que consume las fuerzas, donde hasta el acto de levantarse por la mañana parece una hazaña imposible. Y aunque hoy lo cuente desde un lugar más luminoso, nunca olvidaré las sombras que alguna vez habitaron en mí.
La depresión no discrimina. Atraviesa edades, géneros, estatus sociales y ocupaciones. Puede esconderse detrás de una sonrisa, camuflarse entre días productivos o disfrazarse de cansancio acumulado. Es un enemigo astuto, pero no invencible.
Hablar de salud mental es necesario. Nos han enseñado a cuidar nuestros cuerpos, pero no siempre nuestras mentes. Por mucho tiempo, en nuestra cultura y sociedades, expresar tristeza profunda o pedir ayuda se consideraba un signo de debilidad. Hoy sabemos que reconocer que algo no está bien es, en realidad, un acto de valentía.
La depresión no es «estar triste». Es un desbalance químico, una tormenta emocional y un peso físico que aprisiona. Quien no la ha vivido podría no comprenderlo del todo, y eso está bien. Pero lo que sí podemos hacer todos es ser compasivos. Escuchar sin juzgar, acompañar sin forzar, estar presentes sin pretender tener todas las respuestas.
Si estás luchando con depresión, quiero que sepas algo: no estás solo. Hay esperanza, hay ayuda, y hay salida. Buscar un profesional no es rendirse, es cuidarte. Hablar con alguien en quien confías no es incomodar, es liberar. Permitirte sentir no es fracasar, es sanar.
A quienes están al otro lado de esta lucha —familiares, amigos, compañeros— les invito a ser el refugio que esas personas necesitan. En muchos casos, un «estoy aquí para ti» o un «¿cómo puedo ayudarte hoy?» puede marcar la diferencia.
Hoy, y todos los días, elijo creer que podemos construir un mundo donde la salud mental sea tan prioritaria como la física, donde nadie tenga miedo de decir «necesito ayuda».
La depresión no define a quien la padece. Sí, estuve ahí, pero salí. Tú también puedes. Porque aunque ahora todo se sienta oscuro, hay un amanecer esperando por ti.
En este Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, hagamos nuestra parte: abracemos, escuchemos, eduquemos. Convirtámonos en una luz para quienes hoy no encuentran la suya. Lo mas importante: busquemos ayuda profesional. Durante mi proceso conté con el apoyo de una gran red de amigos, familiares, médicos y de mi Psiquiatra, la Dra. Ann Benjamín a quienes les agradezco enormemente.
No seamos parte de las estadísticas, busquemos ayuda a tiempo.
Con cariño:
Ruth Amelia Ocumárez Apataño
Redactora, comunicadora y testigo de que siempre hay un camino hacia la esperanza.