Por: Ruth Ocumarez
Hoy es el llamado «Blue Monday» o Lunes Azul, conocido popularmente como el día más triste del año. Un título que, aunque tiene sus cuestionamientos científicos, resuena con muchos de nosotros. Es un lunes que se siente más pesado, más lento, donde el ánimo parece ir en dirección opuesta a nuestras mejores intenciones de empezar el año con fuerza.
Algunos culpan al clima gris, a las deudas acumuladas de las fiestas, a las resoluciones de año nuevo que ya tambalean o simplemente al regreso a la rutina. Sea como sea, este día nos recuerda que no estamos exentos de sentirnos vulnerables, de cargar con el peso de nuestras preocupaciones o de experimentar una tristeza que a veces parece no tener explicación.
Sin embargo, incluso en medio de este «lunes azul», hay algo que vale la pena recordar: no estamos solos. La vida está llena de altos y bajos, y en los momentos más oscuros, es fundamental buscar y abrazar esa luz al final del túnel. Tal vez está en una charla con un amigo, en el abrazo cálido de un ser querido, en una actividad que nos devuelva el entusiasmo o simplemente en saber que mañana es otro día con nuevas oportunidades.
Es aquí donde entra en juego la importancia de una red de apoyo. Rodearnos de personas que nos escuchen, nos alienten y nos recuerden que nuestras emociones, por más intensas que sean, no nos definen. No siempre es fácil pedir ayuda, pero hacerlo puede marcar la diferencia entre permanecer atrapados en la oscuridad y empezar a vislumbrar la salida.
Hoy, en este «Blue Monday», hagamos un esfuerzo consciente por ser también esa luz para los demás. Una palabra amable, un gesto solidario o incluso una sonrisa pueden ser el impulso que alguien necesita para seguir adelante. Y si eres tú quien lo necesita, recuerda que no hay nada de malo en buscar apoyo, en hablar de lo que sientes, en permitirte ser humano.
El «Blue Monday» puede ser una oportunidad para reflexionar y reconectar, para darnos cuenta de que, aunque hay días grises, siempre hay una paleta de colores esperando por nosotros. Porque la tristeza también pasa, y tras cada lunes azul, siempre llega un martes con nuevas posibilidades.