El disco intervertebral está compuesto por un compartimiento central (núcleo pulposo) y por uno externo (anillo fibroso).

El anillo esta constituido por una porción interna a límite indistinto con el núcleo pulposo y una externa cuyas fibras constituyen las fibras de Sharpei que forman una corona más espesa, y en la parte anterior aseguran su notable resistencia a las fuerzas de tracción.
Las principales constituyentes del disco son el agua que en el sujeto joven alcanza el 90% en el núcleo y el 80% en el anillo, más allá de macromoléculas microproteínicas y colágeno en porcentajes variables en los diversos compartimientos.

Con la edad y favorecida por traumas y microtraumas repetidos se asiste a una progresiva degeneración del disco, es decir a un desorden estructural con una alteración de las propiedades bioquímicas.
El momento inicial de esta degeneración es la alteración de las cadenas glucoproteínicas que, dividiéndose y desgregándose, pierden su poder de fijación a las moléculas de agua y así consigue una proporcional reducción del contenido hídrico, sobre todo en el núcleo pulposo.
Esta disminución de la hidratación comporta varios desórdenes estructurales como la disminución de la altura del disco, aparición de convexidad circunferencial, invaginación de las fibras del anillo fibroso externo, fisuras de las fibras del anillo fibroso en el ámbito de las cuales se puede desarrollar con el tiempo un tejido de granulación hipervascularizado y luego un tejido cicatrizal.

En condiciones normales se verifican variaciones del contenido hídrico del disco asociadas a la postura: en decubito es decir en el estar acostado en la cama aumenta la capacidad de fijar el agua y en consecuencia se asiste a un aumento de volumen del disco; viceversa en el ortoestatismo es decir en el estar de pie, por efecto mismo del peso corporal se verifica un estrujamiento de las moléculas de agua desde el núcleo pulposo hacia el cuerpo vertebral.

Esta carga es más significativa cuando paulatinamente nos acercamos al sacro.
Ha sido demostrado que los estímulos mecánico-presorios ejercitan un aplastamiento y alargamiento del disco menor con respecto a aquel degenerado y que además el disco degenerado no recuperará completamente su inicial espesor, una vez quitada la carga.

Por lo tanto, el disco va hacia un envejecimiento degenerativo.
De todos modos es verdad que las modificaciones posturales son variables de persona a persona según las peculiaridad de cada raquis.

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